Cualquier cosa por tenerlo.
Él tenía ese lado oscuro y
rebelde que yo tanto deseaba. Era siniestro, misterioso, audaz, era fanático
del alcohol y del tabaco, y tenía ese toque perspicaz que yo buscaba. Su miraba
penetrante me causaba demasiada intriga y su piel blanca como la nieve resaltaba
sus labios rojos, lo cual no dejaba de seducirme. Mi vida era excesivamente
tranquila, necesitaba subirme al tren de la diversión y era él quien tenía ese
boleto.
Supongo que eso era lo que me
interesaba de él, o era su forma de caminar, su forma de morderse los labios
cuando estaba nervioso, su forma de
sonreír falsamente o su forma de comerme con la vista y bajar la mirada al
instante.
Él incomprensible, tentador y
seductor. Un tanto fogoso y muy atrevido. Era él quien yo necesitaba, necesitaba
poseerlo. Mi cuerpo exigía que fuera
mío, que sus manos recorrieran cada rincón de mi ser y que su corazón palpitara
al verme, y que luego se enamorara de mi.
(Debo aclarar que el chico descripto no existe. Esto lo escribí luego
de que fui a ver Amanecer de la saga Crepúsculo, lo cual me da a pensar que debe
ser una mezcla de Edward Cullen y alguien que deseo)
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