Era como la brisa.
Un día despertó y se encontró una hermosa sorpresa. Junto a ella estaba él, descansando tranquilamente y con una sonrisa inmensa de oreja a oreja. El sol iluminaba su bello rostro, podía notar cada diminúsculo detalle de su piel y aun así le encantaba. Nada había sido un sueño, toda la historia de amor entre ellos había sido real.
Se quedó allí, mirándolo hasta que despertó. Él volvió a sonreír y dijo: "Fue la mejor noche de mi vida, no tuvimos relaciones ni te toque. Pero verte dormir, es lo más hermoso del mundo. Siempre te amé y siempre lo haré". La besó, se puso su camisa y se fue... Ella quedo ahí, deseando que él nunca hubiese existido.
Se habían amado, siempre lo hicieron. Era un sentimiento verdadero, nunca pudieron olvidarse del otro ni por un segundo. Pero no estaban dispuestos a luchar por ese amor. Él se sentía tan seguro lejos que decidió marcharse y guardarse todo el amor que le regaló a ella. Era como la brisa, libre.
Nunca más volvió a verlo, nunca más lo olvidó, y él a ella tampoco.
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